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Ejercicio y Microbiota Intestinal

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Ejercicio y Microbiota Intestinal

Ejercicio y Microbiota Intestinal

El ejercicio no es lo mismo que actividad física. Trabajar es una actividad física, en cambio el ejercicio tiene relación con la realización de algún entrenamiento deportivo con la finalidad de mejorar u optimizar diferentes parámetros físicos, fisiológicos, emocionales, habilidad – destreza, etc. Cada persona tiene diferentes metas al realizar ejercicio, por lo tanto, existen variados tipos de entrenamiento, tales como aeróbico, anaeróbico, pliométrico, velocidad, etc. Usualmente, las personas realizan ejercicio por cuenta propia en vez de asistir regularmente a realizar un tipo de deporte con su entrenamiento específico (atletismo, basketball, tenis, handball, etc.). Lo mejor para realizar una rutina de ejercicios y no lesionarse, es hacerlo con un profesional que sepa del tema para ir trabajando progresivamente. Pero, si realizas algún tipo de rutina en casa, es bueno que se haga con cuidado y escuchando al cuerpo.

Posterior a la realización del ejercicio, podemos sentir fatiga, pesadez, molestias y, en algunos casos, leve dolor (por acumulación de ácido láctico). Lo mencionado anteriormente, debe sentirse de forma bilateral (excepto en deportes que se utilice predominantemente un hemicuerpo) y nunca adormecimientos, dolores moderados a severos, edema en extremidades, mareos – vértigo, náuseas, entre otras. Cuando sucede esto, significa que la persona está realizando el ejercicio de mala forma o su cuerpo no es capaz de resistir la cantidad de ejercicio que la persona quiere realizar diariamente. Esto es importante que lo revise un profesional de la salud, especialista en el área, ya que el riesgo de tener una lesión grave aumenta exponencialmente.

Pero, ¿cuáles son los beneficios del ejercicio para con nuestro sistema inmunológico? El ejercicio tiene múltiples beneficios, a todo nivel, pero es muy relevante la relación que tiene con nuestra microbiota intestinal. Al realizar ejercicio, en personas jóvenes, optimiza la microbiota intestinal generando un aumento en la función cerebral. En los adultos aumenta la proliferación de ciertos tipos de bacterias, disminuyendo desórdenes de tipo metabólico (obesidad, diabetes II, síndrome metabólico). Inclusive, en algunos estudios se ha visto que en obesos prolifera un tipo de bacteria, la cual disminuye al realizar ejercicio. También, actúa a nivel de las células epiteliales del intestino, previniendo que se rompan las adherencias y manteniendo nuestra protección. Además, ayuda a nuestros órganos y tejidos a aprender a usar el lactato como sustrato, mejorando y optimizando nuestro rendimiento (disminución de fatiga post-ejercicio).

Ahora bien, el exceso de ejercicio o sobreentranamiento puede influir negativamente en nuestra microbiota intestinal. Cuando nos exigimos más de lo que debemos, hacemos que nuestro organismo responda inadecuadamente, deprimiendo algunas funciones de la microbiota que conllevan a una disminución de nuestra resistencia muscular y deprime nuestra función antioxidante. Una intensidad muy alta de ejercicio, la cual no es proporcional al nivel de entrenamiento de la persona, produce estrés oxidativo, daño muscular, inflamación sistémica y respuestas inmunológicas. Cuando el ejercicio es excesivo y no hay una buena recuperación se generan respuestas físicas y psicológicas, tales como insomnio, decaimiento, fatiga, ansiedad, inflamación e inmunosupresión. En cuanto a la microbiota, aumenta la permeabilidad intestinal alterando la función de la barrera intestinal y cuando se suma una gran intensidad, se produce una disrupción de la barrera. Esto genera que las toxinas de nuestras propias bacterias entren a nuestro sistema arterial y activen nuestro sistema inflamatorio como defensa.

Por lo tanto, es importante que todos realicemos ejercicio 3 ó 4 veces por semana y que sea adecuado para nuestro nivel físico y que tenga una correlación positiva con mis capacidades. Hay que tener en cuenta que a veces menos es más y, aunque ud. no lo crea, si logra realizar un entrenamiento de buen nivel 3 a 4 veces por semana, su rendimiento aumentará más que la persona que se sobreentrena y estará menos expuesto a presentar lesiones músculo – esqueléticas. Mejore la calidad del ejercicio que está realizando y sus resultados llegarán antes de lo que piensa. Si presenta algún dolor, que no tiene que ver con una sensación de fatiga, consulte con un profesional adecuado. Y si a esto le suma una buena alimentación, su funcionamiento interno será excelente.

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Rodrigo Aspillaga

Autor

Kinesiólogo egresado el año 2013 de la Universidad Nacional Andrés Bello (UNAB). Magíster en Terapia Manual Ortopédica de la UNAB. Fundador Rehab Chile.

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